La cara negra de la moneda: La democracia está en juego.
El 28 de julio el pueblo venezolano asistirá a las urnas para votar por el futuro de la democracia. Venezuela lleva más de una década bajo el mando del dictador Nicolás Maduro, quien ha empobrecido al pueblo y ha sido el principal culpable de una emigración sin precedentes. El domingo el pueblo tendrá la oportunidad de salir a las calles y expresar su inconformismo, en unas elecciones que se espera, le devuelvan la democracia y la esperanza a Venezuela. Claro está que Maduro no se irá de forma pacífica y la posibilidad de que trate de sabotear los comicios es real. Edmundo González es el candidato de la oposición y respaldado por María Corina Machado se espera que ayuden a los venezolanos a recuperar su libertad.
¿Cómo llegó Venezuela a este punto?
El 5 de marzo de 2013, Hugo Chávez, presidente de Venezuela por más de 13 años, falleció luego de perder la lucha contra el cáncer. Dejando así su legado en manos de su vicepresidente, Nicolás Maduro, quien llegaría al poder como el sucesor de la causa del “comandante”.
Pues fue el mismo Maduro, quien le comunicó al pueblo venezolano la muerte de Chávez y quien posteriormente se posicionaría como presidente para no dejar el cargo tras más de 10 años.
El mandato del régimen puede ser sintetizado en tres palabras: pobreza, emigración y corrupción.
Pues sí se analiza la pobreza por la que pasan los venezolanos, los números hablan por sí solos. El país suramericano vive la peor crisis económica en la historia reciente. Aunque alguna vez fueron la quinta economía más importante de América Latina, hoy se ha reducido al equivalente de una ciudad de tamaño medio, según datos del FMI.
El salario mínimo en Venezuela es de US$3 al mes, además del subsidio de US$40 que da el Gobierno como cupones de alimentos o gasolina. Esto sitúa a 8 de cada 10 venezolanos por debajo de la línea de pobreza, según una encuesta de la Universidad Católica Andres Bello de Caracas.
Aunque Maduro y su círculo aseguran que la pobreza ha sido causada por la “guerra económica” de Estados Unidos contra su país. La realidad es evidente, las nefastas políticas económicas del dictador venezolano han llevado el país a la ruina y las sanciones impuestas contra el régimen son simplemente el reflejo de la actualidad que viven los venezolanos.
El panorama de emigración tampoco es alentador. Desde que Maduro llegó al poder se estima que alrededor de 7.7 millones de venezolanos emigraron del país, según las Naciones Unidas.
Los emigrantes no sólo partieron de su país en busca de una vida más digna, sino también debido al alto desabastecimiento de productos básicos en los mercados. Hoy eso tampoco ha cambiado mucho, porque a pesar de que los supermercados ya cuentan con los productos básicos, estos son muy caros y la alta tasa de pobreza impide a la mayoría acceder a ellos.
Una encuesta realizada por ORC Consultores, estima que el 18% de los encuestados se irían del país en caso de que Maduro vuelva a quedar en el poder. Pero en caso de que González gane, parece que los venezolanos volverían a sus hogares en un movimiento sin precedentes.
La corrupción ha sido uno de los lemas del Gobierno de Maduro, pero no por su lucha para frenar este parásito que está presente en la gran mayoría de países, si no porque la han practicado sin pena alguna.
Sólo por enunciar algunos ejemplos y relacionados principalmente con las elecciones. Es de recordar algunos de los eventos más vergonzosos e inconstitucionales realizados por Maduro y que lo han mantenido en el poder durante tantos años.
Luego de una dura derrota en las elecciones legislativas de 2015 y con la ayuda de su mano derecha, Diosdado Cabella, Maduro llenó los principales tribunales con personas sin experiencia, pero afines a sus ideas para que pudieran velar por su estancia en el poder.
En 2016, comenzó el complot de Maduro en contra de la Asamblea Nacional. Cuando el ente legislativo procedió a elegir tres diputados, como era su derecho, el Tribunal Supremo untado por la política de Maduro, lo declaró en desacato. Con lo que el dictador y su séquito han marginado desde entonces deliberadamente al único ente que se entendía escogido democráticamente por el pueblo en ese momento.
Pero la corrupción también se ha arraigado en el Consejo Nacional Electoral (CNE), ente que supervisa el desarrollo de las elecciones y declaran los ganadores.
Así fue como desde el 2017, el CNE se ha encargado de limpiarle el camino al dictador y descalificar de la carrera a sus principales opositores. En ese mismo año el ente electoral realizó elecciones con el objetivo de elegir una Asamblea Nacional Constituyente y así reformar la constitución. Pero muy lejos de ser un proceso democratico, Maduro utilizó las elecciones para ratificar su poder, promulgar leyes y desacreditar a toda persona que pensara diferente al régimen.
Producto de todo este entramado fueron las elecciones del 2018, en donde Maduro fue “elegido” una vez más como presidente de Venezuela. Con la gran mayoría de figuras de la oposición arrestadas, exiliadas o vetadas de las elecciones, Maduro se enfrentó a candidatos que no posaban bajo ningún punto de vista como una amenaza a su poder dictatorial. Por si acaso y para no encontrar sorpresas en el camino el régimen también se encargó de comprar a los votantes con alimentos y subsidios.
Así fue como el 10 de enero de 2019, Maduro volvió a posesionarse como presidente. En su momento más de 50 países se pronunciaron al respecto y aseguraron no reconocer el mandato del dictador como legítimo.
Esto es simplemente una breve mirada a la actualidad de Venezuela y al nefasto régimen que impera. Pero parecería que el sol volverá a salir en Venezuela. Porque después de muchas figuras de la oposición que pasaron por los micrófonos tratando de denunciar al bando de Maduro, llegó Maria Corina Machado, quien tiene una oportunidad, de la mano de Edmundo González, de destronar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro.